Germinacion
Germinacion
Ahora que por fin está listo nuestro espacio de cultivo, empieza el verdadero trabajo. En el último número examinamos las cuestiones más importantes. Después de una amplia búsqueda entre las diferentes variedades de cannabis, hemos encontrado al fin la que mejor se adapta a nuestras necesidades. El cuarto de cultivo está protegido contra incendios y es resistente a la luz, ya solo hace falta llenarlo de verdes plantas.
Es hora de desempaquetar las semillas y ponerlas a trabajar. Pero ¿cuál es el mejor método?
¿Cómo conseguimos que estas pequeñas y frágiles semillas se conviertan en plantas? Existen muchos métodos diferentes, que ya conocemos todos, como también sabemos que cada uno tiene su método favorito. ¿Qué necesita una semilla para germinar con éxito? Las tres palabras clave son calor, humedad y oscuridad. Cuando proporcionamos humedad a la semilla, la fina raiz que se encuentra curvada en su interior comienza a crecer y sale fuera en busca de más humedad. Como esta raíz aumenta rápidamente de tamaño, la cáscara de la semilla se rompe en seguida. Lo primero en aparecer es la pequeña y frágil raíz, pequeña pero con la ambición de convertirse lo antes posible en una hermosa planta de cannabis. No se puede subestimar la enorme capacidad de crecimiento de una semilla de cannabis. Las semillas tienen la capacidad de desarrollarse muy rápidamente; en sólo 12-36 horas de humedad, la raíz habrá salido.
Metodo del papel de Concina
Uno de los métodos de germinación de semillas más comunes es el del papel de cocina mojado y sus variantes. En él, las semillas se colocan en un trozo de papel absorbente o algodón mojados. Gracias a la absorbencia del papel, la semilla recibe fácilmente un suministro constante de humedad. Si el papel de cocina está demasiado seco, se añade una gota más para que vuelva a humedecerse de inmediato. Es importante que esté húmedo, pero no empapado. Si está demasiado empapado, la raíz no saldrá al exterior en busca de más agua, ya que tiene toda la que necesita donde está. En cambio, si lo mantenemos demasiado seco, se corre el riesgo de matar la raíz. Mantener la humedad adecuada no es fácil de conseguir, ya que el papel de cocina está siempre demasiado mojado o demasiado seco. Pero a pesar de todo, el método funciona bastante bien, aunque algunos principiantes matan unas cuantas semillas en el proceso.
Directamente en el medio
Un segundo método de germinación consiste en poner la semilla directamente a crecer en el medio elegido, después de haberla bañado en agua con estimulador de raíces durante unas horas. Después de este baño, se introduce la semilla directamente en la tierra, el sustrato de coco, o lo que sea. Las semillas se plantan a una profundidad de unos 5-10 mm. Al plantarlas así, sin demasiada profundidad, las semillas emergen rápidamente hacia la luz, y empiezan a crecer. Otra buena razón para no plantar más profundamente es el riesgo de que el suelo permanezca mojado demasiado tiempo, lo que pudriría la raíz. La parte superior del medio evapora la humedad con más rapidez, por lo que hay que tener cuidado de mantenerla húmeda. “Húmeda” en este caso quiere decir que esperaremos a que la capa superior del sustrato se seque, y en ese momento, le daremos más agua (y si lo estamos utilizando, estimulador de raíces). En otras palabras, no hay que regar el sustrato mientras todavía esté húmedo. Si lo hacemos, el medio estará más mojado que húmedo, lo que facilitará que se pudran las raíces. Hay quien elige este método por el poco estrés que causa en las semillas. Algunos cultivadores poco cuidadosos dañan las raíces al plantar las semillas germinadas con papel de cocina. La mejor forma de hacerlo es hacer un pequeño agujero con el dedo. Humedecerlo y rápidamente meter dentro la semilla. Como el suelo está en perfectas condiciones y húmedo, se puede presionar un poco la semilla sin problemas. Cubrela con una fina capa de sustrato y añade de nuevo una mínima cantidad de agua (10 ml). Hazlo suavemente, para que la semilla no se mueva.
Bloques de lana de piedra
No hay que olvidar que con los métodos antes mencionados, la temperatura juega un papel muy importante en el éxito de la germinación. La temperatura ideal debe permanecer constante entre los 20-25 grados. Esto se puede conseguir utilizando una manta térmica, que se enchufa y se mantiene a temperatura constante. Es una fórmula barata y eficaz. Yo prefiero utilizar un calentador como Bionair, metido en un pequeño armario. Este calentador se puede programar, por ejemplo, para permanecer a 25 grados, y al instalarlo dentro de un armario, se crea un microclima tropical que facilita el mantenimiento de una temperatura constante.
Otro método que yo sigo utilizando por su eficacia y sencillez es el del bloque de lana de piedra. Se ponen la semilla dentro de bloques de lana de piedra y se los riega con agua enriquecida con estimulador de raíces. Después colocamos los bloques en cubetas de cultivo con tapa. Este tipo de cubetas garantiza que el contenido en humedad del aire permanezca alto (por lo que no hay razón para añadir más agua hasta que la planta emerja). Por supuesto, pongo la bandeja dentro del armario con microclima, a la temperatura adecuada, con el calor controlado automáticamente, y no se necesita nada más para conseguir una rápida germinación. En un par de días las semillas germinarán, y en cuatro, tendremos plantitas de varios centímetros de altura.
Luz
Ahora lo más importante es garantizar que las plantitas tengan la suficiente luz. Pero dentro del armario la oscuridad es total, ya que las semillas germinan mejor en un entorno oscuro. Bien, pero después de brotar, necesitan luz para desarrollarse, por lo que hay que sacarlas y plantarlas en el medio elegido. Si las hemos plantado en bloques de lana de roca, el trasplante será fácil, y las frágiles raíces seguirán protegidas durante el proceso. Los bloques se trasladan uno a uno al medio de cultivo.
Más o menos una semana más tarde, y gracias a uno de los métodos descritos, hemos conseguido unas cuantas plantitas. No esperes que germinen el 100% de las semillas. Son seres vivos, y siempre hay alguna que se malogra. Hay que contar con ello de entrada, y si al final germinan todas, mejor que mejor. Los pequeños brotes empiezan a desarrollarse intentando convertirse en hermosas damas verdes lo antes posible. Poniéndolas bajo lámparas HPS obtendrán toda la luz que necesitan, y por lo tanto, la energía suficiente para crecer con rapidez.
La primera semana no parece ocurrir gran cosa, ya que las plantas todavía tienen muy pocas hojas y un sistema de raíces sin desarrollar. Con el paso del tiempo, las plantas desarrollan más hojas y empiezan a crecer más y más deprisa. El proceso es comparable a un antiguo tren diesel, que empieza a marchar muy despacio, pero que termina tomando velocidad completa. Las hojas de la planta funcionan como paneles solares, y cuantos más paneles tenga más energía produce y antes puede incrementar su velocidad de crecimiento. Su eficacia es tanta que se pueden percibir los cambios prácticamente a diario. En esta fase inicial es muy importantes que haya suficiente luz, calor y humedad. Al mantener el nivel de humedad alto se facilita que las plantas desarrollen con más facilidad su follaje. Podemos aumentar el nivel de humedad del aire bajando la potencia del extractor de aire, o incluso apagándolo en las primeras semanas, o bien podemos utilizar un humidificador. Mientras las plantas están creciendo en tamaño, necesitan más y más agua, por lo que hay que regarlas más a menudo. El agua usada se evapora a través de las hojas, y va directamente al ambiente del cuarto de cultivo, lo que mantiene alto el nivel de humedad.
Al contrario que en el cultivo de clones, no se necesita colgar las lámparas demasiado altas, ya que las plantas de semilla soportan mejor la intensidad de la luz que los esquejes recién cortados. Las plantas de semilla recibirían en la naturaleza la fuerza del sol directamente, por lo que están adaptadas para encontrarlo agradable. Probablemente habréis leído en todas partes que hay que colgar las lámparas al menos a 60 cm al principio, pero eso solo es válido cuando se trata de clones.
Alimentacion
¿Cuándo hay que empezar a alimentarlas? Eso depende del medio en que estemos cultivando. Pero, desde luego, no en los primeros días. Si cultivamos en sustrato, éste contiene suficientes nutrientes para al menos dos semanas. El coco, en cambio, no contiene nutrientes, por lo que en una semana deberemos empezar a alimentar a nuestras plantas. Es fácil ver si las plantas necesitan nutrientes ya que ellas mismas lo piden. Sus verdes hojas empiezan a ensombrecerse, su forma de decir que necesitan alimentarse. El principiante probablemente no captará este mensaje, y si se espera demasiado, las hojas empezarán a volverse amarillas. No es un problema grave, solo que la planta muestra una carencia de nutrientes. Lo más probable es que se trate de una carencia de nitrógeno, uno de los pilares más importantes de un buen desarrollo y crecimiento. Al darles alimento, enseguida veréis que las hojas amarillentas vuelven a ponerse verdes. Las carencias se han solventado, y la planta vuelve a tener todos los materiales necesarios. Dependiendo de la seriedad de la desnutrición, la vuelta al estado saludable llevará un día entero, o solamente unas horas.
Para no poner las cosas más difíciles de lo que ya son por sí mismas, lo mejor es empezar un primer cultivo en sustrato, lo que permite conocer mejor a la planta. Así no habrá que empezar a darles alimento en las primeras semanas, por lo que tendremos menos posibilidades de estro- pear las cosas antes de tiempo. El periodo de crecimiento en que se encuentra ahora la plan- ta requiere tener las lámparas encendidas 18 horas al día y 6 horas apagadas. Este esquema de tiempo reproduce el día más largo del año, y normalmente el más soleados, el 21 de junio. Hacemos creer a las plantas que todos los días son el día más largo y soleado del año.