Espacio de Cultivo
Una vez reunidos los conocimientos y materiales necesarios, es el momento de elegir un espacio de cultivo cuidadosamente, con el objetivo de obtener y mantener un clima favorable. Un cuarto de cultivo puede ser de diversas formas y tamaños, pero hay unos cuantos puntos esenciales que deben observarse, cualquiera que sea el formato de nuestro espacio.
Luz
Para empezar, es necesario asegurarse de que nuestro espacio sea totalmente resistente a la luz. Para conseguir una floración completa y plena, la planta de cannabis necesita 12 horas de oscuridad ininterrumpida, así como 12 horas de luz. La interrupción del ciclo de oscuridad aboca a cosechas mucho menores, o incluso a cosechas totalmente fallidas. Por ello, debemos situarnos dentro del espacio de cultivo y comprobar que no entra ningún rayo de luz. Si entra algo, se puede utilizar una cinta especial a prueba de luz para tapar agujeros y grie- tas. Un espacio de cultivo que deje pasar luz se convierte fácilmente en un desastre, ya que las plantas se confunden. Una de las cosas que pueden ocurrir más a menudo es que aparezcan flores macho en las plantas hembra, debido al estrés al que han sido expuestas. En un abrir y cerrar de ojos, unas pocas flores macho pueden fertilizar toda la plantación de hembras, con el resultado de acabar con todos los cogollos cuajados de semillas. Un buen cultivador vigila siempre sus plantas, para poder arrancar de inmediato cualquier flor macho que aparezca. Una flor macho tarda varias semanas en poder dispersar el polen activo. También ocurre con frecuencia que las plantas encuentren dificultades para florecer cuando entra algo de luz, por lo que acabarán produciendo una magra cosecha. Sobre todo, debemos vigilar cualquier aparato o aplicación eléctrica dentro del espacio de cultivo, ya que suelen tener pequeñas bombillitas que emiten bastante luz, lo que puede perturbar el sueño nocturno de nuestras plantas. Cubre con cinta especial antiluz toda bombillita o emisor de luz.
Salida de Aire
Cuando las plantas se han puesto a florecer de verdad y empiezan a producir hermosos cogollos, también comienza a desarrollarse su característico olor. Las plantas comienzan a extender un olor potente y fragante, lo que obliga a tener muy en cuenta que nuestro espacio de cultivo sea completamente hermético y no deje salir el aire. Es necesario que tenga un mínimo de agujeros o grietas por los que pueda escaparse el olor, y mejor, que no tenga ninguno. Cuando las plantas empiezan a oler, nuestras visitas a la plantación serán tan frecuentes que probablemente nos hayamos acostumbrado al olor y ya no lo percibamos. Así, podemos estar convencidos de que prácticamente no huelen, mientras que nuestros vecinos están totalmente atufados.
Otro factor importante de tener un espacio hermetico ademas de las cuestiones de seguridad es el control del clima es enormemente importante si queremos obtener lo mejor de nuestras plantas. Un tercer punto importante es que no puedan entrar gusanos ni otras criaturas indeseables. Un buen espacio de cultivo es de hecho una especie de cámara de cuarentena de la que nada puede entrar ni salir.
Clima
Una vez resueltos los puntos anteriores, llegamos al siguiente objetivo en la construcción de nuestro espacio de cultivo, que es el de crear unas condiciones climáticas ideales para que las plantas puedan desarrollarse, creciendo y floreciendo a gran velocidad. Como el clima debe ser constante e igual por todas partes, necesitamos un ventilador (o más de uno) para asegurarnos de que haya una buena circulación del aire. Las plantas tendrán tallos más gruesos y fuertes, y rendirán más que las plantas cultivadas sin ventilador. Si tenemos un presupuesto holgado, se puede invertir en un termostato, un higrostato o un termo-higrostato. Se conecta al ventilador, lo que permite programar la temperatura máxima deseada (por ejemplo, 28 grados) para el cultivo. Si la temperatura sube por encima de esos 28a, el ventilador se pone en marcha para bajarla. El higrostato también se puede acoplar al ventilador para asegurarse de que se mantiene el contenido en humedad del aire. Si nues- tro espacio se vuelve demasiado húmedo, el aire se absorbe hasta que se alcanza el nivel correcto. Con un regulador de voltaje se puede regular la velocidad a que opera el ventilador, por lo que se puede mantener constantemente a velocidad lenta, para mantener el bombeo de aire fresco en el interior de nuestro espacio de cultivo.
Para regular el contenido en humedad del aire, necesitamos un humidificador. No son demasiado caros, y la inversión vale la pena. Lo bueno es que suelen llevar un higrostato incorporado, por lo que sólo hay que programar la humedad del aire requerida, y el humidificador se ocupa de mantenerla. Esto funciona de maravilla sobre todo durante el periodo de crecimiento. Una planta puede doblar su ritmo de crecimiento con el aire húmedo, lo que reduce la duración de la fase de crecimiento. Pero calentar una habitación grande o un pequeño espacio de cultivo suponen un mundo de diferencia. Resulta fácil permitir que suba la humedad del aire durante las primeras semanas en un espacio pequeño, pero para hacerlo en un cuarto grande se necesita un montón de equipo carísimo, lo que no conviene a un principiante.
También tenemos que asegurarnos de que a un lado del cuarto, en la parte baja, hay agujeros por los que puede entrar el aire. Estos orificios son para permitir la entrada de aire nuevo rico en CO2. Al otro lado del espacio, arriba del todo, es donde se debe colocar la bomba de succión, que se encargará de absorber y eliminar el aire caliente. El aire caliente sube, razón por la cual situamos la bomba de succión en la zona más alta del cuarto, o al menos lo más alto posible. Si añadimos un filtro de carbono a la bomba, al mismo tiempo podemos eliminar cualquier olor fuerte. El filtro de carbono y la bomba son esenciales en un espacio de plantación como el que estamos construyendo. Un sólo filtro dura para unas cinco cosechas, o para un año. La bomba debe tener capacidad apropiada para el tamaño del espacio de cultivo, por lo que primero hay que calcular el volumen de ese espacio. Volviendo a los cálculos escolares, sabemos que multiplicando la longitud por la anchura por la altura, obtendremos el volu- men. Hay que elegir una bomba con un poco más de capacidad de la necesaria para el volumen de nuestro espacio, lo que durante los meses calurosos del verano supondrá una gran ventaja al man- tener la plantación a una tempera- tura razonable. Así pues, para un espacio de unos 500 m3 elegiremos un ventilador para 750-100 m3. Además, en invierno podemos ponerlo a la velocidad más lenta, ahorrando energía, mientras que en verano funciona a plena potencia, manteniendo la temperatura por debajo de los 30 grados. Un ventilador más grande a media potencia hace mucho menos ruido que otro menor a toda marcha. Y, además, en el futuro nos puede interesar agrandar el espacio de cultivo. Situando los orificios de entrada de aire en la parte baja del cuarto y la bomba arriba al otro lado, creamos una corriente de aire que se encarga de transportar el aire fresco y enriquecido desde abajo, hasta arriba, flotando sobre las plantas mientras se eleva. Esto es muy bueno para las plantas, que disfrutan del aire fresco al máximo antes de que sea despojado de su CO2, succionado y expulsado del espacio de cultivo.
Para mantener alejadas las plagas se puede utilizar unas medias de nylon, o especiales, colocadas sobre los orificios de entrada del aire, para que nada pueda volar o saltar dentro, lo que nos ayudará a evitar una infección más tarde. Por supuesto, no hay que olvidar que no debemos permitir la entrada de luz a través de estos agujeros. Los tubos de pvc doblados funcionan bien dejando entrar el aire pero impidiendo la entrada de luz.
Existen miles de maneras de comprobar que hay un buen suministro de aire en el cuarto; todos son buenos, pero hay dos normas fundamentales que hay que observar: mejor aire por abajo, y a prueba de luz. Si no podemos hacer un agujero para la bomba en ningún sitio, lo mejor es comprar una puerta barata y hacer ahí un orificio para la extracción de aire. Se trata de un método utilizado con mucha frecuencia por los cultivadores profesionales.
Metro Cuadrado
Ya es hora de empezar de verdad a construir nuestro cubículo. No se necesita gran cosa: un solo metro cuadrado, y cualquiera tiene uno en algún sitio, el ático, el sótano, un trastero... Necesitaremos una pistola de grapas para madera, una sierra, plástico blanco y negro, un taladro, tornillos, tijeras, unas planchas de madera, ...y un metro cuadrado.
Lo que vamos a construir es una pantalla alrededor de la plantación. Supongamos que utilizamos un solo metro de una habitación grande, en ese caso resulta útil separar físicamente el espacio de cultivo del resto del cuarto, para que éste pueda usarse para otra cosa. Si no lo hacemos, la habitación entera olerá cuando las plan- tas empiecen a florecer. La gran ventaja de construir una pantalla es que la luz de la lámpara se aprovecha al completo. La luz es peso (lo que quiere decir que la cantidad de luz que recibe una planta determinará en gran medida la cantidad de cosecha que se obtendrá después. Al construir una pantalla alrededor del metro cuadrado cubierto a su vez por un plástico blanco reflectante, mantenemos la luz dentro del espacio de cultivo y sobre las plantas. Si no lo hacemos, la luz se desparramará por toda la habitación, desperdiciándose gran parte. La forma más barata de garantizar nuestra cosecha es asegurarse de que los laterales de las pantallas alrededor de las plantas son de blanco reflectante. El mejor material es el mylar, es un poco más caro que el plástico blanco-negro, pero refleja el 99% de la luz que emite la lámpara. Hay que colgarlo lo más recto posible. Es muy importante que las paredes de nuestro espacio de cultivo sean reflectantes, sea con plástico o lo que sea.
La construcción de esta pantalla o biombo es trabajo de una media hora, teniendo a mano los materiales necesarios. Se cortan ocho piezas de madera de aproximadamente 1, 2 m y seis piezas de 1,70 m. Esta longitud es la de mis techos, altos. Puede que los vuestros sean algo menores. Si la habitación tiene dos metros de altura, hay que cortar piezas de 1,97, por ejemplo.
El primer paso es bastante sencillo: construimos una estructura de madera ensamblando dos piezas de 1,2 m a lo ancho con dos piezas de 1.70 (en mi caso) a lo largo. Se puede hacer muy rápido con un taladro eléctrico, para fijar las piezas con tornillos. Una vez bien construida la estructura, la cubriremos con el plástico blanco-negro. Mejor con una grapadora. Después se puede recortar el plástico sobrante.
Ya tenemos nuestra primera pantalla reflectante. Ahora hay que añadir una pantalla más, utilizando una de las piezas restantes de 1,70. Adosamos a la pieza de 1,70 de la pantalla ya construida dos piezas de 1, 2 m y una de 1,70. Otra vez forramos de plástico grapado y recortamos lo que sobra. Ahora tenemos dos pantallas ado- sadas una a la otra. Hacemos lo mismo para el otro lado, fijándo la nueva pantalla a las otras.
Como ya hemos visto, las pantallas son algo mayores que el espacio de cultivo. Así tenemos espacio para el ventilador y otros adminículos. Para terminar, construiremos otravez una sola pantalla independiente, con dos piezas de 1,20 y dos de 1,70. Es la puerta de entrada a la plantación. La situamos en la zona que queda abierta por las tres pantallas, sellando así el espacio completemente. Solo hay que mover la pantalla-puerta para echar un vistazo a las plantas.
Así, la luz de la lámpara perma- nece en el espacio de cultivo, y ya notaremos la diferencia a la hora de la cosecha. El olor también se queda en el interior y se puede eliminar fácilmente con bombas con filtros, con lo que el resto de la habitación queda libre para otros usos.
Recogida de restos
Para facilitar la limpieza del espacio de cultivo, construimos una especie de caja-basurero, dentro de la cual colocaremos las macetas. Hacemos una estructura de 1,10 de ancho con una altura de unos 15 cm., forrada del mismo plástico reflectante (sin agujeros o grietas). La ventaja de esta construcción es que toda la basura como sustrato caído, hojas muertas o agua derramada acaban en la caja. Después de la cosecha no hay más que quitarla y limpiarlo todo rápidamente. Si no utilizamos un sistema como éste, nuestra plantación se ensuciará con facilidad.
También es útil para “limpiar” nuestra plantación, es decir, para eliminar el exceso de nutrientes o fertilizantes de las macetas. Regando las plantas abundantemente con agua pura, los residuos de nutirentes se lavan, así como las sales acumuladas. Algunos cultivadores hacen este lavado por costumbre, simplemente para mantener el medio de cultivo lo más saludable posible. Con la caja-basurero se puede hacer este lavado sin dejar encharcado todo el cuarto. También se puede lle- nar con alimento líquido y dejar que las plantas tomen lo que necesitan. Es el mismo efecto de poner las macetas sobre una bandeja. Así las plantas correrán menos peligro de sobre-fertilizar- se, ya que ellas mismas deciden cuánto toman.
Recapitulemos: nuestro objetivo es crear un espacio de cultivo refractario a la luz, hermético, en el que el aire fresco, rico en CO2 entra por la parte inferior de uno de los lados del espacio, circula hacia arriba y hacia el otro lado. Una bomba de succión lo suficientemente grande asegura la circulación del aire y los ventiladores mezclan el aire fresco entrante con el aire ya calentado por la lámpara, de modo que la temperatura es igual en todo el espacio. Sencillamente, añadimos paredes reflectantes para maximizar el efecto de la luz y una caja para la recogida de restos que mantiene el espacio limpio.